Por Cluse Krings *

Traducción del alemán: FP para OVALmedia

Versión original en alemán

… Cuando entre el 12 y el 23 de junio se celebren las mayores maniobras de combate aéreo
en la historia de la OTAN, se llevarán a cabo sobre Alemania. Esto es
lo que en inglés llaman „nudging“, una medida propagandística en la que el propio mensaje propagandístico no se menciona porque ya está incluído implícitamente.

«Defender», el nombre del espectáculo aéreo, es la contrapartida de esos 85 ataúdes
que fueron paseados en mi televisor por camiones militares italianos durante unas cuatro semanas.

Un solo camión frigorífico del supermercado podría haber hecho lo mismo abasteciendo a algunos otros pueblos al mismo tiempo. Pero la puesta en escena permitió a todo el mundo ver «con sus propios ojos» lo peligroso que era el CoViD-19. La histeria siguió su curso.

Ahora hay que convencer a Alemania de que no debe seguir los llamamientos a la paz de un par de ancianas, sino hacer caso a la OTAN para entrar en guerra contra Rusia, algo que, por el momento, sólo puede tener su escenario en Ucrania. Los chillidos sobre sus cabezas asustarán a animales, niños y ancianos. Pero ellos no culparán a sus enloquecidos políticos por el problema, sino que – guiados por Lanz, Will, Maischberger y otros representantes del no-periodismo – a Vladimir Putin. (Los mencionados son periodistas oficialistas de la televisión en Alemania, N.d.T.)

El proceso corresponde entonces a llevar mascarilla en el tren cuando hace tiempo que no había ningún virus a la vista: Condicionamiento.

Resistencia – ¿y qué más?

Ante todo, hay que resistir a esta locura en el cielo.
No hay realmente ninguna razón para atenerse a las reformas del sistema de calefacción de un gobierno que invita a aviones militares de todo el mundo a despegar desde su suelo para descargar miles de cisternas repletaas de queroseno en la atmósfera Que se sepa que así no estamos modernizando nada.

Pero también debemos pensar a largo plazo. Si reaccionamos constantemente a las imposiciones de una clase política que representa todo tipo de intereses, excepto los de su propio pueblo.
entonces hemos renunciado al poder de actuar.

Nosotros tomaremos partido contra una cosa cada pocas semanas y así estaremos distraídos y nunca podremos dictar una política diferente a los que están en el poder.

El hecho de que esta última afirmación parezca hoy presuntuosa es expresión de una decadencia de los valores.

¿A quién más debería estar obligado un gobierno si no es a la mayoría de la población?

Extraparlamentariamente, deberían brotar ideas totalmente nuevas, ya que el propio gobierno es obviamente incapaz de aportar conceptos creativos.

¿Qué tal ampliar un poco la legislación sobre de los juegos de azar y hacer que el funcionamiento de las bolsas de valores sea un delito punible? El dinero del juego que allí circula podría ser confiscado. Se podría reducir la masa monetaria de un plumazo, sin subir los tipos de interés y sin llevar a la quiebra a los propietarios de viviendas.
Tendríamos la inflación bajo control, aliviaríamos el mercado inmobiliario y abordaríamos así dos de las mayores preocupaciones de la gente común.

Podríamos recuperar 100.000 millones del presupuesto de guerra, emplearlos para equipar bien los hospitales, pagando adecuadamente al personal y poner profesores en las escuelas.
Porque de qué lado de la oligarquía corrupta debemos estar en las escaramuzas intereslavas es difícil de decir.

Esto y mucho más se podría cambiar si…

Si la gente se atreviera a pensar por sí misma y no sólo a reaccionar.

* Cluse Krings (Aquisgrán, 1959) es antropólogo, etnólogo, dramaturgo y periodista alemán.

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