«Si tengo que elegir un bando, elegiré el bando del ciudadano»

Fuente: De Andere Krant
Traducción: FP para OVALmedia

De los editores

«Cuando empiezas a pensar en términos de bandos que luchan entre sí, pierdes el norte», fue el comentario del escritor David Icke sobre los acontecimientos en Israel. Con eso quería decir quería decir: la guerra siempre es en interés de los que están en el poder, sean del bando que sean, y nunca en interés de los civiles, pertenezcan a la nación que pertenezcan. Así lo sentimos también en De Andere Krant: mirar hacia otro lado ya no es posible, seguir con la violencia no es una opción.

Por la paz

El sábado pasado, cuando la tinta de nuestro anterior periódico acababa de secarse, nos llegaron noticias de los sucesos de Israel. Contemplamos las horribles imágenes con consternación. Un escenario impensable se hacía realidad: una invasión del sur de Israel, uno de los pedazos de tierra mejor custodiados del mundo. Custodiado por el ejército más avanzado del mundo, nos decían siempre. Desde la prisión al aire libre de Gaza, civiles inocentes eran perseguidos por fanáticos desquiciados. Y el ejército israelí no aparecía por ninguna parte durante horas.

Otra escalada de la guerra que dura ya 70 años. Una escalada de violencia que está claro de inmediato que conducirá a mucha más violencia. En estas primeras semanas de octubre se acaban vidas en ambos bandos. Trauma para todos los inocentes afectados. Y la paz está más lejos que nunca. Nuestros corazones lloran por el festivalista israelí que nunca volverá a casa. Por las víctimas palestinas de las represalias. Por los afectados de ambos bandos. Por todos los ciudadanos del mundo que quieren vivir en paz.

El mundo en que vivimos está gobernado por belicistas para los que la vida humana no tiene ningún valor. La semana pasada, la ministra de Defensa, Kajsa Ollongren, calificó la guerra en Ucrania como una forma muy barata de mantener a raya al peligro «Rusia». Al parecer, los cientos de miles de muertos no son un «coste» para ella. Los gobernantes se frotan las manos con la industria armamentística funcionando a toda máquina. La escalada en Israel es otra fase de su perverso juego de divide y vencerás. De guerra continua. De beneficios colosales para la industria armamentística. De distracciones para toda la mala gestión que afecta a tanta gente y hace que el mundo sea cada vez menos habitable.

En De Andere Krant no izamos banderas, no tomamos partido. Condenamos toda violencia. Pedimos a nuestros lectores que mantengan la cabeza fría, especialmente en estos tiempos difíciles. A no unirse al juego de «divide y vencerás». A seguir preguntándose a quién beneficia esto. A qué intereses perversos se está sirviendo. Y qué pequeña o gran contribución podemos hacer a un mundo en paz.

Un guión totalmente inverosímil
Por Jeroen Pols

La brutal incursión de Hamás en Israel tiene todos los visos de ser (en parte) una operación de «bandera falsa», escribe Jeroen Pols. «La frontera entre Gaza e Israel es la mejor vigilada del mundo y Gaza es el territorio más espiado del planeta. Sin embargo, los combatientes de Hamás pudieron seguir con sus actividades sin ser molestados». Pols advierte que no debemos dejarnos llevar por el poder que ha inventado esta nueva historia, después de «coronavirus» y «Ucrania».

En 1962, bajo el nombre de Operación Northwoods, la CIA propuso ataques terroristas contra objetivos militares y civiles en EEUU para justificar una invasión de Cuba. Uno de los escenarios era una campaña de terror «cubano» con atentados contra ciudadanos estadounidenses en la zona de Miami y otras ciudades de Florida o incluso Washington, tras lo cual políticos y medios de comunicación culparían al régimen cubano. Una serie de incidentes escenificados alrededor de la base de la Bahía de Guantánamo daría entonces la apariencia de que fuerzas hostiles cubanas abrieron el ataque, tras lo cual las tropas estadounidenses podrían hacer lo suyo en Cuba.

Este es un ejemplo documentado de una operación de bandera falsa en la que un gobierno no tiene reparos en asesinar truculentamente a sus propios ciudadanos para generar una indignación moral colectiva en apoyo de las represalias militares. Los altos mandos militares aprobaron el plan en su momento, pero finalmente el presidente Kennedy se opuso.

Esta historia no fue desenterrada del baúl de los recuerdos de teorías conspirativas, simplemente se puede leer en los registros oficiales publicados por el Archivo de Seguridad Nacional en 2011 y muestra la indiferencia del poder sobre vidas inocentes, una forma de actuar que puede ser la regla y no la excepción.

Otros ejemplos bien conocidos son el ataque a Pearl Harbor en 1941, que el gobierno estadounidense permitió que se produjera para justificar la injerencia de Estados Unidos en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial, y los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001, que sentaron las bases para la guerra de Irak y la abolición mundial de gran alcance de las libertades civiles y otros derechos humanos.

Tras años en que los medios de comunicación y la política lavaron incansablemente cerebros con propaganda covidiana, a principios de 2022 el tema desapareció de la agenda de la noche a la mañana sin dejar rastro y todas las cámaras se volvieron hacia Ucrania.

Mientras tanto, la historia tampoco va bien allí, cientos de miles de jóvenes pasaron por la picadora de carne dirigidos por un payaso corrupto que esnifa coca y la guerra está perdida. Así que es hora de una nueva historia, sobre todo porque la historia del clima no despega, el daño de las vacunas ya no se puede cubrir y la élite enferma de poder está siendo expuesta lenta pero inexorablemente. Olvídense de Ucrania, un ataque sorpresa de Hamás contra Israel toma el relevo con un guión completamente inverosímil del que se reirían hasta en una obra de teatro escolar. Es la arrogancia del poder acostumbrado a salirse con la suya en todo.

Gaza es la mayor prisión al aire libre del mundo, el servicio secreto israelí Mossad vigila a la población con una intensidad tal que ni siquiera la idea de hacer algo contra la tierra prometida pasa desapercibida. Las fronteras están herméticamente selladas, sólo cantidades mínimas de alimentos y agua entran en el país tras un laborioso permiso israelí, por lo que no hay país para el contrabando de armas o equipos. La frontera con Israel es una barrera impenetrable de vallas y muros, controlada con tecnología punta como censores, cámaras y drones para detectar y rastrear cada movimiento. Patrullas militares vigilan de cerca las fronteras para evitar infiltraciones.

Sin embargo, en las redes sociales circulan vídeos de combatientes de Hamás que preparan tranquilamente y aparentemente sin ser detectados decenas de aviones ultraligeros para una operación de ataque. Los combatientes de Hamás consiguen abrir un agujero en la valla sin ser detectados, penetran en Israel y se lanzan a matar sin impedimentos durante horas, posiblemente cientos de jóvenes, niños y mujeres son presa de liquidaciones sádicas y a sangre fría. Los combatientes de Hamás regresan a Gaza, llevándose rehenes sin problemas, y pasean triunfalmente por allí llevando los cuerpos despojados de las jóvenes asesinadas entre grandes vítores.

Incluso alguien con una lobotomía fallida comprende que una acción así conduce a represalias sin precedentes, una invitación a la destrucción total. Por lo tanto, tiene todas las características de una bandera falsa, un guión similar a la Operación Northwoods.

A pesar de su transparencia, las redes sociales estallaron con llamamientos a una represalia despiadada contra una población de Gaza totalmente indefensa -son «bestias»- y con indignación moral por las imágenes de musulmanes de fiesta por todo el mundo, incluso en cuentas «woke» de creadores de opinión que normalmente filetean al poder.

Mientras no estemos dispuestos a darnos cuenta de que unos gobernantes sin escrúpulos nos enfrentan cada vez contra otros, seguirán cayendo víctimas inocentes para distraer a la población del verdadero enemigo.

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