Cómo los globalistas implementaron la mascarilla a la población mundial

Fuente: De Andere Krant

Autor: Karel Beckman

Traducción: FP para OVALmedia

Un puñado de funcionarios de «salud pública», afiliados a organizaciones globalistas como el Foro Económico Mundial, el Wellcome Trust y la Fundación Bill y Melinda Gates, propagaron el uso de mascarillas en todo el mundo durante la crisis del Covid. No lo hicieron por motivos de salud, sino para imponer un «comportamiento altruista» y «solidario». A pesar de la abrumadora evidencia de que el uso de tapabocas es inútil y perjudicial, siguen difundiendo su ideología.

¿Existen imágenes más impactantes de la era del Covid que la gente llevando mascarillas? Líderes mundiales sonriendo convulsivamente a la cámara desde detrás de hocicos tela. Niños pequeños con bozal que miran con ojos ansiosos las muecas vacías de padres y profesores que les han dado la espalda. Paseantes en plazas y parques, jadeando como almas errantes intercambiables detrás de sucios trapos de tela.

¿Cómo es posible que se haya llegado al punto de que prácticamente toda la humanidad se haya sometido voluntariamente a la compulsión del tapabocas? Todavía hay gente que intenta hacernos creer que había una razón médica para el uso de la mascarilla, como el miembro de la OMT (Outbreak Management Team, „Equipo de Administración de Brotes“, N.d.T.) Marc Bonten y el periodista del [periódico holandés] Volkskrant Maarten Keulemans, que afirmaron en una entrevista en OP1 el 20 de marzo de 2023 que las mascarillas habrían funcionado positivamente en lugares abarrotados de gente como el transporte público.

No mencionaron ni una palabra del llamado estudio Cochrane publicado el 30 de enero de 2023, el estudio más completo de la historia, que resume toda la investigación científica de calidad sobre los enmascaramientos. Este concluyó inequívocamente que las mascarillas bucales no funcionaban. Cualquier cosa antes que, aparentemente, tener que reconocer que fueron engañados, o que ellos mismos participaron activamente en el engaño.

Desde entonces ha quedado claro, a partir de diversas reconstrucciones, que la obligatoriedad del tapabocas no cayó del cielo. Fue el resultado de una campaña de propaganda deliberada por parte de un selecto grupo de «personas influyentes» extraídas de la red de científicos y responsables políticos que participan en organizaciones globalistas como el Wellcome Trust y el Foro Económico Mundial (FEM).

No tenían ninguna base científica en la que apoyarse. Cuando se declaró la pandemia covidiana, en marzo de 2020, todos los expertos estaban de acuerdo en que llevar tapabocas era inútil para detener la propagación de un virus respiratorio como el Sars-Cov-2. Lo pensaba la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo pensaba el RIVM („Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente“ por sus siglas en neerlandés, N.d.T.), lo pensaba la autoridad sanitaria estadounidense CDC. También lo creían así asesores nacionales de salud como Anthony Fauci en EE.UU., Anders Tegnell en Suecia y Jaap van Dissel en nuestro propio país.

Pero pronto estas «personas influyentes» empezaron a hacer campaña entre bastidores para hacer cambiar de opinión a las autoridades sanitarias. Una de las primeras fue la profesora Trishna Greenhalgh, una de las figuras más influyentes de la sanidad pública británica. Su trabajo fue financiado en parte por el Wellcome Trust, uno de los mayores financiadores de la investigación médica y el desarrollo de vacunas del mundo, fundado por el grupo farmacéutico británico GlaxoSmithKline. En marzo de 2020, Greenhalgh se puso en contacto con el especialista estadounidense en datos Jeremy Howard, de la Universidad de San Francisco, y con la socióloga Zeynep Tufecki, de la Universidad de Carolina del Norte. Juntos lanzaron la iniciativa Masks4all, que desempeñaría un papel clave en la posterior campaña mediática. Experto en inteligencia artificial, Howard era miembro del Consejo Global de IA (Inteligencia Artificial) del FEM y había participado durante seis años en el programa de Jóvenes Líderes Globales de la organización de Klaus Schwab. Habla chino y expresó su gran admiración por el sólido planteamiento chino ante la pandemia. Tufecki, socióloga de la Universidad de Carolina del Norte, es una personalidad mediática entrevistada con frecuencia en los medios de comunicación estadounidenses. Ya en 2018, en la conocida publicación online Wired, abogó por una mayor censura en las redes sociales, algo que, en su opinión, «envenena la democracia».

Ya el 1 de marzo de 2020, Tufecki se puso en contra de la postura de los CDC en Twitter de que los tapabocas no son necesarios. El 17 de marzo de 2020, el influyente periódico New York Times publica un artículo de opinión suyo con el mismo mensaje. Poco después, aparece en el sitio web Masks4all un blog que promueve el uso de tapabocas. Este consigue milagrosamente millones de visitas en poco tiempo y se traduce a 21 idiomas. Howard escribe sobre el protector bucal: «Es una pieza textil y no una mina terrestre». Aunque Howard no tiene experiencia en el campo de la medicina, su cita es recogida por numerosos medios de comunicación. El 4 de abril de 2020, Masks4all vuelve a recibir atención mundial en numerosos medios de comunicación con un llamamiento a considerar seriamente el uso de protectores bucales de tela.

El Washington Post, otro influyente periódico estadounidense, se pone en contacto con Howard para que escriba un artículo de opinión. Lo hace con la ayuda de la red Young Global Leaders. Se titula: «Unas sencillas mascarillas caseras pueden ayudar a reducir las tasas de infección. Todos deberíamos llevarlas en público». En el artículo, cita a George Gao, director del CDC chino y participante en el Evento 201 patrocinado por el FEM y Bill Gates en otoño de 2019, en el que se ensayará una pandemia mundial. Gao afirma que el virus se propaga a través de «gotitas» relativamente grandes, y recomienda el uso de tapabocas, sin aportar ninguna justificación científica.

Howard recibe entonces una amplia cobertura en el diario británico The Guardian y otros grandes medios de comunicación. En un artículo publicado el 23 de abril de 2020 por la Universidad de San Francisco, escribe: «Las mascarillas deberían formar parte de nuestro futuro para siempre. Son asombrosamente eficaces para detener las gotas. Cualquier tipo de mascarilla es eficaz». Se trata de afirmaciones sorprendentes, porque hasta 2020, todos los expertos en la materia sabían que las partículas de virus se propagan en gran medida a través de aerosoles, que son demasiado pequeños para ser detenidos por las máscaras. Por esta razón, «el metro y medio» tampoco sirve de nada, como subrayaron en su momento científicos críticos como Maurice de Hond y la doctora Carla Peeters.

Más o menos al mismo tiempo, Anthony Fauci empieza a pivotar y hace por primera vez una declaración pública positiva sobre los tapabocas. Howard mantiene entonces una conversación con el senador republicano por Pensilvania Pat Toomey, que edita el CDC y el presidente Trump. Trump anuncia entonces que podría ser necesario un «requisito universal de protectores bucales».

Howard y Tufecki lanzan entonces una campaña para conseguir que los CDC se pongan de su parte. Con 20 coautores, escriben un artículo, Interdisciplinary narrative review of the literature on the role of face maks in reducing Covid-19 transmission („Revisión narrativa interdisciplinar de la literatura sobre el papel de las mascarillas en la reducción de la transmisión de Covid-19“, N.d.T.), que se publica como «preprint» (es decir, sin pasar por la revisión por pares). Se está convirtiendo rápidamente en el artículo preprint más leído de todos los tiempos. Es un artículo extremadamente interesante porque los autores argumentan abiertamente que todo el mundo debería empezar a llevar tapabocas (incluidos los niños), no por razones médicas, sino como ellos mismos dicen, por «altruismo» y «solidaridad». Literalmente, escriben: «Los rituales y la solidaridad son importantes en las sociedades humanas y, junto con las señales visibles, pueden propiciar nuevas formas de comportamiento social. Las mascarillas universales pueden servir como señal visible y recordatorio de la pandemia… Históricamente, las epidemias han sido periodos de miedo, confusión y desesperación. Llevar tapabocas e incluso fabricar tapabocas y distribuirlos puede dar la sensación de estar haciendo algo útil. La salud es un bien público, en el sentido de que el comportamiento sanitario de cada uno afecta a la salud de todos los demás. Por eso, las mascarillas pueden ser símbolos de altruismo y solidaridad».

Poco después, los CDC cambian sus normas y recomiendan el uso de mascarillas bucales incluso a los niños a partir de los 2 años. La OMS no respalda la postura de los CDC hasta el verano de 2020. El 5 de junio de 2020, la OMS publica una «Opinión sobre el uso de mascarillas en el contexto de Covid-19» (véase dakl.co.uk/opinion-who-masks), que enumera «beneficios del uso de mascarillas por personas sanas en el público en general» que guardan muchas similitudes con los argumentos de Tufecki y Howard. Por ejemplo, la OMS sostiene que la obligación de llevar mascarilla bucal «puede reducir la estigmatización de las personas que la utilizan para evitar la infección de otras», «hacer que la gente sienta que puede desempeñar un papel en la detención de la propagación del virus» y «recordar a la gente que siga otras medidas, como lavarse las manos y no tocarse la nariz y la boca». La OMS también escribe que «las mascarillas bucales de tela también pueden ser una forma de expresión cultural, que anime al público a aceptar las medidas de protección».

El movimiento Masks4All también se hace sentir en los Países Bajos. Por ejemplo, la profesora Stephanie Rozenkranz, economista de la Universidad de Utrecht y colaboradora académica de la Oficina Holandesa de Análisis de Política Económica (CPB), escribe un artículo de opinión en la revista UMC Utrecht del 4 de abril de 2020. Refiriéndose a un artículo de opinión en el New York Times del intelectual israelí Yuval Harari, asesor clave del FEM, escribe que puede haber buenas razones para limitar permanentemente la autonomía de los ciudadanos. «Los últimos hallazgos sugieren que si todo el mundo llevara mascarillas, la curva se aplanaría considerablemente incluso sin confinamiento», escribe. «Si los responsables políticos aceptaran estos hechos como, por ejemplo, en la República Checa (véase el movimiento Masks4all) y fomentaran ciertos comportamientos como norma social, los mecanismos sociales motivarían a la gente a hacer lo que se considera ‘correcto’ y evitar lo que está ‘mal’. Esta poderosa forma de control del comportamiento en las comunidades sociales no requiere acuerdos legales ni sanciones formales». Rozenkranz es miembro de la Behavioural Insights Network Netherlands (BIN-NL), una alianza de ministerios y departamentos gubernamentales del ámbito de las ciencias del comportamiento a través de la cual el Gobierno intenta influir en el comportamiento de los ciudadanos.

Greenhalgh, Tufecki y Howard no son los únicos «influencers» que han hecho campaña a favor del enmascaramiento. Según un artículo publicado en el diario británico Telegraph el 5 de enero de 2023, fue el psicólogo conductista David Halpern quien convenció al primer ministro británico, Boris Johnson, para que introdujera la normativa de los tapabocas. El artículo cita además a la profesora Yik-Ying Teo, de la Escuela de Salud Pública Saw Swee Hock de la Universidad de Singapur, y a la profesora Laura Kwang, de la Escuela de Salud Pública de Berkely, California, como principales defensoras de la orden mordaza. Teo, matemática, trabajó como investigadora en el Wellcome Trust. Kwong trabaja para el Global Environmental Health Equity Lab, que realiza investigaciones sociológicas sobre «desigualdad en la salud pública». El artículo del Telegraph, que sigue alabando el uso del tapabocas como acto de solidaridad colectiva, fue escrito por Ruth Dove en nombre del Reckitt Global Hygiene Institute (RGHI), que mantiene estrechos vínculos con empresas farmacéuticas y organizaciones internacionales de salud pública, entre ellas Merck, la Fundación Gates, el Banco Mundial y la OMS y varias universidades chinas.

Los tapabocas no benefician; perjudican

Una actualización de la Revisión Cochrane, Intervenciones físicas para interrumpir o reducir la propagación de los virus respiratorios, publicada el 30 de enero de 2023, concluye que «el uso de mascarillas faciales supone una diferencia mínima o nula en el resultado de los síntomas de la enfermedad similar a la gripe o los síntomas de la enfermedad similar a Covid-19». La revisión Cochrane es una serie de estudios de muchos años de duración que examina toda la literatura científica seria. La directora del departamento de salud estadounidense CDC Rochelle Walensky declaró recientemente ante el Congreso estadounidense que el estudio Cochrane sería «retirado», pero los autores principales Tom Jefferson y Carl Heneghan de la Universidad de Oxford han revelado que no ha habido retirada del estudio ni cambio en sus conclusiones.

Los tapabocas no sólo son ineficaces, sino perjudiciales para la salud, según numerosos estudios. Recientemente, un grupo de investigadores alemanes dirigido por Kai Kisielinski ha publicado en la revista Frontiers in Public Health un metaanálisis revisado por expertos. En él se confirma que el uso prolongado de protectores bucales puede tener graves efectos sobre la salud, especialmente en niños, adolescentes y mujeres embarazadas, con riesgo incluso de efectos duraderos para las generaciones futuras.

dakl.co.uk/cochrane-library

dakl.co.uk/heliyon

Justificación

Este artículo se basa en parte en publicaciones del abogado estadounidense Michael P. Senger dakl.co.uk/substack-senger y del psicólogo clínico británico Dr. Gary Sidley dakl.co.uk/who-pro-masks, así como en entrevistas con la Dra. Carla Peeters, autora de numerosos artículos para publicaciones nacionales y extranjeras desde el principio de la pandemia sobre los efectos nocivos de las mascarillas y otras imposiciones. Aunque Peeters resultó tener razón en todos los aspectos, los miembros del OMT y otros científicos se opusieron implacablemente a ella y la acusaron repetidamente de desinformación. Su serie de artículos críticos en HP/De Tijd fue interrumpida bruscamente por la revista.

Véase, por ejemplo: dakl.nl/compulsory-mouth-caps

Para más documentación, véase: dakl.co.uk/mouth-caps-bottom proceedings

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