Las 10 mayores mentiras sobre las vacunas

Publicado por Sylvie Simon, periodista científica, 5 de diciembre de 2013

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Traducción: FP para OVALmedia

«Hay tres clases de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas» (Mark Twain)

Las vacunas no son medicamentos y están destinadas a personas sanas para prevenir una hipotética enfermedad. Por tanto, lo normal sería que todos los candidatos a vacunarse recibieran información honesta, precisa y completa sobre los riesgos de la enfermedad contra la que desean protegerse, así como sobre los riesgos que corren al vacunarse. Pero la información, cuando existe, no sólo está truncada y falseada, sino que a menudo es completamente engañosa.

Pero como decía Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi, que sabía de esa cuestión: «Repite una mentira mil veces y seguirá siendo mentira; repítela diez mil veces y se convertirá en verdad».

Eso es exactamente lo que ocurre en este ámbito, donde las mentiras repetidas diez mil veces se han convertido en dogmas que desencadenan ataques de histeria en cuanto alguien se atreve a cuestionarlas.

La historia de la vacunación está plagada de falsificaciones, encubrimientos y mentiras.

Sylvie Simon ha elegido las diez más flagrantes, cada una de las cuales ha engendrado docenas de mentiras menores.

«La mentira rara vez surge por generación espontánea de una voluntad determinada de antemano por algún maquiavélico. Es mucho más a menudo un deslizamiento lento y fatal hacia un error percibido pero no reconocido, en el que el orgullo se mezcla con la codicia» (Thierry Fenoy, abogado en el colegio de abogados de Châlons-sur-Saône).

MENTIRA Nº 1: Pasteur es un benefactor de la HUMANIDAD

«Todos nuestros problemas actuales son el resultado inevitable de nuestras brillantes soluciones de ayer» (Henry Bergman)

Aunque la aventura de la vacunación comenzó a finales del siglo XVIII, cuando el médico inglés Edward Jenner emprendió la inoculación de vacuna al ganado para proteger a los humanos de la viruela, es Pasteur (1822-1895) quien sigue siendo el padre de la vacunación, y con él empezó la larga procesión de mentiras.

Este hombre brillante, inteligente y trabajador era un experto en comunicación y se mantenía al corriente de los trabajos que realizaban sus colegas. Su táctica era siempre la misma: reconocía las buenas ideas, pero empezaba por criticarlas abiertamente, para luego apropiárselas descaradamente afirmando haberlas descubierto.

Así se convirtió en un benefactor de la humanidad y, sobre todo, en un mito intocable.

El dogma pasteuriano está tan arraigado en la mente de la gente que hasta ahora nada ha podido sacudirlo, y los franceses siguen idolatrando a un impostor.

En primer lugar, Pasteur ocultó los resultados de los experimentos que no le eran favorables y, en segundo lugar, se apropió de los trabajos de otros investigadores, entre ellos Antoine Béchamp (1816-1908), uno de los más grandes científicos del siglo XIX, biólogo médico, naturalista, profesor de química médica y farmacéutica en la Facultad de Montpellier y profesor de química biológica y física en la Universidad de París, luego decano de la Facultad Libre de Lille.

Béchamp demostró la veracidad de las opiniones de Claude Bernard sobre el valor del terreno propio de cada individuo y fue el primero en comprender la causa microbiana de las patologías infecciosas.

Sin embargo, sus trabajos son hoy prácticamente desconocidos, porque han sido sistemáticamente desacreditados y falsificados en beneficio de los intereses personales de Pasteur.

Incluso en la escuela aprendemos que Pasteur «salvó al pequeño Joseph Meister, que había sido mordido en la mano por un perro rabioso». En realidad, no había ninguna certeza de que el perro estuviera rabioso, ya que no se informó de ninguna otra mordedura; además, aunque lo hubiera estado, el riesgo para el joven Meister era infinitesimal, ya que un animal verdaderamente rabioso -lo que es extremadamente raro- sólo transmite la enfermedad en un 5 a 15% de los casos.

El asunto de la rabia es el ejemplo mismo de las mentiras de Pasteur repetidas e introducidas por sus admiradores en la memoria colectiva, hasta convertirlas en verdades para el común de los mortales.

La vacuna de Pasteur, a base de médula seca, era muy peligrosa y pronto fue abandonada, y el joven Meister tuvo mucha suerte de escapar.

La Historia sólo recuerda el éxito de esta vacuna, pero olvidó mencionar que multiplicó las muertes por rabia.

Entre 1869 y 1872, Pasteur estableció tres premisas básicas erróneas que aún hoy constituyen la base de la vacunación.

La primero era que en nuestras células reina la asepsia: la célula está limpia, todos los microbios son exógenos (es decir, vienen del exterior) y la atacan, y estos gérmenes existen independientemente de los organismos vivos.

La segunda es que cada enfermedad corresponde a un agente específico, microbio o virus, contra el que podemos protegernos con una vacuna.

Por último, la inmunidad se consigue mediante la producción de anticuerpos en respuesta a la introducción de los antígenos contenidos en la vacuna, y estos anticuerpos confieren la protección.

Hace tiempo que sabemos que estos postulados son falsos, y los descubrimientos en inmunología los contradicen totalmente, pero los vacunacionistas pretenden ignorar estos trabajos.

MENTIRA Nº 2: Los microbios y los virus deben ser ERRADICADOS

«Es extraño que la ciencia, que antaño parecía inofensiva, se haya convertido en una pesadilla que hace temblar a todo el mundo». (Albert Einstein)

Vivimos en simbiosis con los microbios, y si los consideramos nuestros enemigos, entramos en una lógica de guerra que pone en peligro nuestro sistema inmunitario.

Las bacterias mantienen nuestro equilibrio biológico y sólo se vuelven patógenas cuando nuestro sistema inmunitario se altera y deja de cumplir sus funciones. Los virus, en cambio, se reproducen únicamente a partir de su material genético y son meros parásitos de las células.

Nuestro cuerpo puede albergar muchos virus sin que enfermemos.

Por lo tanto, es esencial comprender que los microbios y los virus no son enemigos que haya que erradicar a toda costa, y que lo único que importa es el terreno, que debemos proteger de sus verdaderos agresores.

Al nacer, el sistema inmunitario aún no está completamente desarrollado y, durante los primeros meses, los bebés están protegidos por los anticuerpos que les transmiten sus madres. Esta inmunidad hereditaria es sustituida por la inmunidad personal a medida que el niño entra en contacto con gérmenes, microbios o virus, sobre todo a través de las enfermedades infantiles.

Por eso las vacunas parecen ser factores de perturbación incontrolables.

El profesor J. Tissot, catedrático de Fisiología General en el Muséum d’Histoire Naturelle, ya nos lo advertía mucho antes de la actual sobredosis de vacunas: «La inmunidad por vacunación sólo puede adquirirse dando al individuo la fase crónica de la enfermedad que queremos evitar, una fase crónica que, en un futuro próximo o muy lejano, dará lugar a terribles complicaciones». Pr J. Tissot (Constitución de los organismos animales y vegetales, causas de las enfermedades que los separan).

En cualquier caso, las vacunas no proporcionan la misma inmunidad que las enfermedades, y los niveles de anticuerpos evaluados tras las vacunas suelen ser inferiores a los evaluados tras las enfermedades.

Además, la inmunidad conferida por las enfermedades es definitiva, lo que no ocurre con la vacunación, cuya protección, si la hay, es limitada en el tiempo, lo que provoca un retraso en la aparición de la enfermedad, que es mucho más grave en la población de más edad, con una mortalidad diez veces mayor.

MENTIRA Nº 3: LAS EPIDEMIAS han desaparecido GRACIAS A LAS VACUNAS

«La opinión dominante se mantiene gracias a la prensa, la propaganda y los medios financieros de que dispone». (Dr. Albert Schweitzer)

Muchas personas creen que la mayoría de las epidemias han desaparecido gracias a las vacunas y se niegan a cuestionar su eficacia. Sin embargo, algunas de las epidemias que han asolado nuestros países sí desaparecieron sin vacunas, algo que los defensores de las vacunas pretenden ignorar.

Pero cuando observamos las curvas de descenso de las enfermedades, éstas comienzan en el momento de las campañas de vacunación y no años o siglos antes, lo que nos permitiría ver que el descenso de estas enfermedades comenzó mucho antes de la introducción de la vacuna. Además, la mayoría de los médicos lo ignoran, y los partidarios de la vacunación se apoyan en estas estadísticas, la mayoría truncadas y por tanto inexactas, para «demostrar» la eficacia de las vacunas, cuando no se limitan a hacer afirmaciones perentorias que no están respaldadas por ningún tipo de demostración.

Nunca se preguntan por qué estas epidemias no siguen produciéndose en los países que no han vacunado o que han abandonado la vacunación, del mismo modo que parecen ignorar el hecho de que la epidemiología y la prensa científica internacional atestiguan que siguen produciéndose epidemias en los países donde la cobertura de vacunación es casi total.

Los inmunólogos se preguntan por los brotes epidémicos que se producen en poblaciones vacunadas contra el sarampión, la poliomielitis, la tuberculosis, la difteria y la tos ferina.

Esta constatación les resulta obviamente embarazosa, porque se trata claramente de un caso de fracaso de la vacunación.

En Médecine praticienne (nº 467), el profesor Lépine también señalaba: «En varios países en vías de desarrollo, se pensó que una sola campaña de vacunación resolvería el problema. Sin embargo, en varios de estos países, la incidencia de estas enfermedades ha aumentado, llegando incluso a quintuplicarse desde la vacunación».

MENTIRA #4: Vacunar a un niño es PROTEGERLO

«Si sólo hubiera que tratar a los realmente enfermos, la medicina se encontraría en una situación económicamente difícil. Por tanto, hay que convencer a toda la población de que está potencialmente enferma y vender medicamentos a quienes no los necesitan». (Prof. Didier SICARD, Jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Cochin, Presidente del Comité Consultivo Nacional de Ética de Francia)

Un niño de padres sanos nace con un potencial extraordinario y desarrolla gradualmente la inmunidad. Son perfectamente capaces de hacer frente a las enfermedades infantiles, a las que no debemos temer tanto como algunos pretenden. Los padres ansiosos piensan que las vacunas son la panacea y que evitarán que sus hijos enfermen.

Las vacunas debilitan considerablemente el sistema inmunitario. Las enfermedades agudas, incapaces de manifestarse, pueden desarrollarse de forma latente e insidiosa, allanando el camino a enfermedades crónicas que a menudo son graves e incurables.

Así que no tengas miedo de las enfermedades infantiles, mantén la calma y ayuda a tu hijo a superar esta pequeña prueba.

Como decía Hipócrates: «El cuerpo crea una enfermedad para curarse a sí mismo».

Es evidente que hay que vigilar la evolución de las enfermedades infantiles, para no cometer imprudencias que puedan acarrear complicaciones en niños frágiles o predispuestos a ciertas patologías. Paradójicamente, son estos niños los que sufren los efectos secundarios más graves tras la vacunación.

A veces, las vacunas evitan el brote de las enfermedades para las que están destinadas, pero facilitan la aparición de otras, porque el terreno se debilita y se ve asaltado por gérmenes que proliferan y se vuelven virulentos.

Las vacunaciones sistemáticas en la infancia son una carga para el patrimonio hereditario, ya que le impiden ofrecer una protección eficaz durante toda la vida.

Si consideramos que un niño vacunado no desarrolla una enfermedad determinada y que es inmune, la realidad es muy distinta: el niño ya no tiene fuerzas para reaccionar.

Dibujo de de René Bickel

MENTIRA Nº 5: Los accidentes VACUNALES son excepcionales

«La única vacuna segura es la que nunca se utiliza». (Dr. James A. Shannon, miembro del Instituto Nacional de Salud)

Esto es una mentira monumental. Ninguna vacuna es segura al 100%, nadie se atrevería a afirmar lo contrario. Sin embargo, en Francia, cada vez que se ataca al Ministerio de Sanidad en relación con accidentes provocados por vacunas, éste argumenta que no existe una relación directa entre la vacunación y el accidente, hablando de meras «coincidencias».

Como es muy difícil demostrar un nexo causal, sobre todo cuando hay mala fe de por medio, esta complejidad hace que la carga de la prueba recaiga enteramente en las víctimas.

Por ejemplo, las autoridades se niegan a registrar como «reacciones a vacunas» accidentes desgraciados que se presumen fruto de la casualidad. A falta de pruebas jurídicamente defendibles, muchas complicaciones de las vacunas no se comunican oficialmente. Sería más lógico y ético que los laboratorios aportaran pruebas de que sus sustancias no son peligrosas. Pero esto parece imposible, dadas las falsificaciones cada vez más reconocidas de los ensayos de sus productos.

Nuestros vecinos de la CEE son mucho más honestos en la notificación de accidentes. En Estados Unidos, todos los médicos están obligados por ley a notificar las complicaciones de las vacunas desde 1990. Entre 1991 y 1996, se registraron oficialmente 48743 complicaciones vacunales…

En Francia, sin embargo, nuestros poderes públicos no ocultan que las vacunas no provocan efectos secundarios, sobre todo en los niños.

MENTIRA Nº 6: La vacuna TETANOS es esencial

«Cuando uno ha decidido ser ciego, lo evidente deja de ser cierto» (A. Peyrefitte, L’Empire immobile)

El tétanos no es contagioso, no se transmite por contacto de persona a persona y – sobre todo – la enfermedad no confiere inmunidad. En su libro La catastrophe des vaccinations obligatoires (La catástrofe de las vacunaciones obligatorias), el profesor J. Tissot, que no era ningún gurú sectario sino un auténtico erudito como los de antes, planteaba la pregunta adecuada: «Puesto que un paciente curado de tétanos nunca está inmunizado contra un segundo ataque, ¿cómo podría una vacuna proporcionar una mejor protección contra la enfermedad?

El tétanos sigue siendo una enfermedad grave pero poco frecuente. Alrededor del 50% de los pacientes se recuperan espontáneamente.

Se piensa que cualquier herida, por pequeña que sea, expone a la persona al riesgo de tétanos, pero no es cierto. Por otra parte, hay casos de tétanos en los que no hay ninguna herida. En cuanto al tétanos neonatal, que afecta a los recién nacidos sobre todo en los países pobres, se debe a la falta de higiene umbilical al nacer.

Así pues, hay que relativizar y no ceder al pánico cuidadosamente alimentado por los partidarios de la vacunación. ¿Por qué vacunar sistemáticamente a todos los niños contra una enfermedad con la que probablemente nunca se encontrarán? En nuestras latitudes, los niños no contraen el tétanos, así que ¿por qué vacunarlos a todos?

En cuanto a la prevención, antes era habitual administrar suero antitetánico tras una lesión para conferir inmunidad pasiva.

Esta práctica cayó en desuso por su ineficacia y sus graves inconvenientes, que apenas se mencionaron antes de abandonarla.

Hoy en día, sin embargo, la vacuna se exige sistemáticamente en caso de hospitalización por lesión.

Dado que el tétanos no es una enfermedad contagiosa susceptible de provocar epidemias, es muy difícil establecer tendencias significativas.

Son los países donde la vacunación está menos extendida los que presentan menos casos de tétanos. Sin ir más lejos, Francia ostenta el récord de casos de tétanos después de Portugal, los dos únicos países de Europa en los que esa vacunación es obligatoria.

Para que se desarrolle el tétanos, estas esporas deben estar presentes en un tejido anaeróbico. La multiplicación bacteriana del tétanos no puede tener lugar en un tejido sano normalmente oxigenado, ya que la presencia de oxígeno en un tejido vascularizado provoca la muerte instantánea de las bacterias. Por lo tanto, es imposible encontrar el bacilo del tétanos en un tejido normal y bien oxigenado.

Esta es la razón por la que la mayoría de las mordeduras o heridas sépticas no causan la enfermedad. También es la razón por la que el tétanos es más probable que afecte a las personas mayores, cuyos tejidos pueden estar poco vascularizados, necróticos, afectados por flebitis y mala circulación.

La vacuna antitetánica está dirigida contra la toxina secretada por el bacilo, pero no contra el microbio en sí.

El Dr. Méric explica: «El sistema inmunitario se encuentra íntegramente en el torrente sanguíneo, en la sangre. Tanto las células que forman los anticuerpos como los propios anticuerpos pertenecen a este mundo aeróbico.

Todo el lenguaje del sistema inmunitario pertenece a este mundo aeróbico. El transporte de anticuerpos tiene lugar única y exclusivamente en la circulación sanguínea y linfática, es decir, de forma aeróbica. Las heridas tetánicas son necesariamente anaeróbicas, por lo que los microbios, la toxina tetánica y los anticuerpos antitoxina no pueden encontrarse».

Según él, es absolutamente imposible que los anticuerpos se encuentren con el bacilo o su toxina, que parece imparable.

De este modo, la vacuna antitetánica no es en absoluto eficaz, pero sin embargo puede ser responsable de muchos trastornos postvacunales graves.

Los tratamientos no oficiales se basan en el cloruro de magnesio, cuya eficacia en las afecciones infecciosas (difteria, tétanos, poliomielitis) es conocida gracias a los trabajos del Dr. Neveu, alumno del profesor Delbet. El Dr. Neveu había redactado un informe sobre las curaciones que había obtenido en enfermos de difteria, y el profesor Delbet quiso presentar este informe a la Académie de Médecine, pero se topó con la feroz oposición de la profesión médica.

En una carta al Dr. Neveu fechada el 16 de noviembre de 1944, revela: «Se ha rechazado definitivamente la publicación de mi artículo del 20 de junio. Después de 6 meses de reflexión, el Consejo de la Academia llegó al siguiente argumento: al dar publicidad a un nuevo tratamiento contra la difteria, se evitarían vacunaciones y es de interés generalizar la vacunación».

Se trata de un ejemplo flagrante de mentira por omisión: se condena al silencio a los investigadores independientes que encuentran soluciones eficaces y poco costosas, pero que se desvían del camino autorizado.

El informe demuestra que la Académie de Médecine decidió deliberadamente reprimir un tratamiento que podría haber salvado miles de vidas, pero que corría el riesgo de competir con las vacunas. Esto da una idea de los poderosos intereses que dictan la conducta de la Academia.

MENTIRA Nº 7: EVITAR la gripe vacunándose

«La opinión dominante se mantiene gracias a la prensa, la propaganda y los medios financieros de que dispone» (Dr. Albert Schweitzer).

Cada otoño, los medios de comunicación, pagados por la industria farmacéutica, lanzan campañas publicitarias para incitar a las personas mayores a vacunarse contra la gripe. Y para atraer a los consumidores, afirman que es gratis. Esa es la primera mentira, porque todo el mundo sabe que aquí nada, o casi nada, es gratis, y que los laboratorios no son mecenas. Las vacunas «gratuitas», obviamente, las pagan los usuarios en forma de retenciones a la Seguridad Social.

Pero todo esto no sería demasiado grave si la vacuna fuera eficaz.

En 1993, la Caisse d’Assurance Maladie de Loire-Atlantique quiso extender los beneficios de la vacunación gratuita a 43.000 asegurados de más de sesenta años, y tuvo que interrumpir el experimento al comprobar que, a esa edad, los vacunados consultaban más y gastaban más que los no vacunados. El periódico Libération del 11 de octubre de 1994 titulaba: «Las personas vacunadas contra la gripe cuestan más al NHS».

El artículo afirmaba: «Las personas vacunadas utilizan más medicamentos que las no vacunadas. En noviembre y diciembre de 1993, gastaron un 23% más que los no vacunados (en consultas, visitas y farmacias). En cuanto a la eficacia de la vacuna, sigue siendo difícil de evaluar.

Además, muy pocos médicos están vacunados contra la gripe. Están lo suficientemente bien informados para saber que la vacuna es inútil.

El Dr. Anthony Morris, virólogo y antiguo jefe de control de vacunas que trabaja con la FDA, es categórico: «No hay pruebas de que la vacuna contra la gripe sea útil. Sus fabricantes saben perfectamente que no sirve para nada, y sin embargo siguen vendiéndola».

Esta vacuna no sólo ofrece poca o ninguna protección, sino que existen numerosas advertencias de médicos y revistas médicas de prestigio.

Es más, se recomienda que la prueba cutánea se realice primero en un hospital bajo supervisión, cerca de una unidad de cuidados intensivos, con adrenalina a mano y personal médico y paramédico formado, algo que nunca se hace, pero que demuestra lo peligrosa que es la vacuna.

Entre sus numerosos efectos secundarios se encuentran la pericarditis aguda, problemas cardíacos (infarto) y patologías neurológicas: encefalitis, mielopatía, oclusión de la vena central de la retina, paraplejia, radiculitis, y la lista continúa.

Las investigaciones del Dr. Hugh Fudenberg, un famoso inmunólogo estadounidense, le han llevado a establecer una relación entre la vacunación regular contra la gripe y un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer.

MENTIRA Nº 8: LA HEPATITIS B es MUY peligrosa y puede contagiarse a través de la saliva

«La ignorancia es la madre de todos los males» (Rabelais)

La desvergonzada campaña a favor de la vacunación contra la hepatitis B se lanzó con una mentira, y su publicidad superó con creces los argumentos utilizados para vender Coca-Cola.

Fue la primera mentira, ¡pero ni mucho menos la última! A partir de entonces, las mentiras se sucedieron a un ritmo pocas veces visto en el sector sanitario.

Por ejemplo, Philippe Douste-Blazy, entonces Ministro de Sanidad del gobierno Balladur, no dudó en presentar las cifras más extravagantes, sin base científica alguna, pero evidentemente suministradas por los comerciantes de vacunas: «La hepatitis B provoca 40.000 infecciones al año, que afectan sobre todo a los jóvenes», se atrevió a afirmar en Libération el 4 de septiembre de 1994. ¿Acaso ignoraba que las estimaciones oficiales (Red Nacional de la Salud) sitúan la cifra en torno a los 8.000 casos?

El Dr. Christian Spitz, pediatra y psicólogo encargado de la «información», no dudó en afirmar que 4.000 millones de personas estaban afectadas por el virus. ¿Hasta tal punto ha abandonado Francia el pensamiento crítico? Esta cifra, que representa el 70% de la población mundial, debe de haber puesto los pelos de punta a grandes y pequeños. Sin embargo, nadie pareció darse cuenta de la enormidad de la mentira, y ni una sola voz se alzó para protestar oficialmente. «¡Cuanto más grande la mentira, mejor!“, como dice el refrán.

La calidad de la información dada a los adolescentes también se puede calibrar a partir de un esclarecedor memorándum interno del laboratorio Pasteur-Mérieux: «En el mercado de la vacunación, los adolescentes son un segmento muy boyante… Necesitamos dramatizar… asustar a la gente con la enfermedad».

Esta confesión por sí sola debería haber provocado un replanteamiento de la vacuna, ya que la «necesidad de vacunar» se basaba en una información que equivalía a publicidad engañosa.

Y fue el laboratorio Pasteur-Mérieux MSD el que se encargó de informar a los médicos de cabecera, con toda la objetividad que cabe esperar de alguien que es juez y parte. El laboratorio no dudó en publicar un folleto en el que afirmaba que «la saliva es un importante vector de contaminación».

Con la venia del Ministro de Sanidad, los laboratorios Smithkline Beecham entraron en las escuelas para imponer, a través del miedo, una vacuna que no era obligatoria, pero que todo el mundo creía que lo era… En ninguno de los folletos se mencionaba nunca que la vacunación sólo era recomendada, no obligatoria.

De hecho, la campaña fue todo un éxito, con tantas personas vacunadas en 1995 como en los catorce años anteriores.

Antes de cualquier campaña de vacunación, la incidencia de la hepatitis B ya se había reducido en un 90%, principalmente gracias a la retirada de lotes de sangre contaminada. Esto no se mencionó durante la campaña.

En uno de sus folletos, el laboratorio SBK no dudó en escribir: «¡la hepatitis B mata a más personas en un día que el sida en un año!“ Se imprimieron cientos de miles de copias de esta mentira y se distribuyeron en las escuelas secundarias.

El Dr. Bruno Donatini ha realizado un estudio sobre la hepatitis B. Sus estimaciones difieren bastante de las difundidas por los laboratorios y repetidas por los organismos públicos.

El Dr. Donatini estima que el riesgo de hepatitis grave en un francés «normal» es de aproximadamente 1 entre 50 millones, mientras que el riesgo de contraindicación grave es muy elevado. Pero nadie lo ha dicho nunca oficialmente. Y nadie ha admitido nunca que el número de víctimas de la enfermedad no se acerca ni de lejos al de los perjudicados por el alcohol, pero no hay vacunas contra el alcoholismo, así que hablamos menos de ello.

Seamos serios. Dado que la incidencia de la enfermedad había disminuido drásticamente mucho antes de la vacunación (doce veces menos casos en 1992 que en 1978), no podemos sino preocuparnos al saber que las cifras de la hepatitis B se han duplicado en diez años. Si este es el caso, deberíamos evitar seguir vacunando a nadie.

FALSO Nº 9: No existe ninguna relación entre la vacuna contra la HEPATITIS B y la esclerosis múltiple.

«Los médicos aprenden por nuestra cuenta y riesgo. Experimentan y matan con soberana impunidad y el médico es el único que puede dar la muerte». (Plinio el Viejo, Historia Natural)

El leitmotiv de que no existe ningún vínculo entre esta vacuna y la esclerosis múltiple es el principal argumento de los fanáticos de las vacunas, pero además de esta temida enfermedad, los accidentes abarcan un abanico de unas sesenta patologías más. Mucho antes de esta campaña engañosa, la lista de complicaciones notificadas ya era impresionante: ataques de esclerosis múltiple, síndromes de Guillain-Barré, neuritis óptica, parálisis facial, mielitis aguda, lupus eritematoso, poliartritis, pericarditis, uveítis posterior, urticaria, eritema multiforme, liquen plano y muchas otras.

En 1994, la revista The Lancet (Vol. 344) denunciaba: «La vacunación contra la hepatitis B se ha asociado con la exacerbación o incluso el desencadenamiento de enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y los síndromes de Guillain-Barré». Entonces, contrariamente a lo que se ha afirmado, ¿los problemas asociados a la toxicidad de la vacunación contra la hepatitis B no se limitan a Francia?

El Dr. Laurent Hervieux resumió claramente la situación en el número especial de Impatient de mayo de 1997 dedicado a la hepatitis: «La vacuna contra la hepatitis está compuesta por un antígeno HBS cuya estructura es en parte común con la mielina que rodea los nervios. Los anticuerpos producidos por el organismo son capaces de confundirlos y atacar la mielina, de ahí las complicaciones neurológicas registradas con esta vacunación.»

El experto, el Dr. Marc Girard, descubrió un informe de la Dirección General de Sanidad (DGS) francesa, fechado el 15 de febrero de 2002, en el que se afirmaba que estas vacunas habían producido «la mayor serie de reacciones adversas registradas en farmacovigilancia desde su introducción en 1974», mientras que todos nuestros responsables sanitarios persisten en afirmar que prácticamente no hay ninguna. En la literatura internacional, también ha aumentado recientemente el número de artículos sobre la esclerosis múltiple en niños, que antes era una enfermedad rara. Este riesgo de la vacunación en los niños también fue confirmado por un artículo publicado en 2001 en los Annales Epidemiologiques.

Tras estas publicaciones, los laboratorios reaccionaron porque, en 2003, los periódicos franceses anunciaron que estudios independientes habían exonerado completamente a la vacuna. En realidad, estos dos estudios supuestamente «independientes» fueron iniciados y financiados en parte por los fabricantes de vacunas, el primero por Aventis-Pasteur, y el segundo por Merck, que casualmente está asociada con Pasteur-Mérieux.

Los fabricantes de vacunas, junto con nuestras autoridades sanitarias, no dudan en proclamar que los efectos adversos posteriores a la vacunación son pura coincidencia y que los vínculos que los pacientes pretenden establecer carecen de base científica.

Es más, siguen pregonando que «no hay contraindicaciones» en niños menores de seis años, cuando no hay ninguna razón para que la tasa de mortalidad tras la vacunación en este grupo de edad en Francia sea inferior a la de Estados Unidos. Además, Revahb dispone, al igual que otras asociaciones, de varios expedientes sobre efectos adversos de bebés.

MENTIRA Nº 10: El autismo no tiene nada que ver con las vacunas

«Cuando otorgamos al gobierno el poder de tomar decisiones médicas por nosotros, aceptamos tácitamente que el Estado sea dueño de nuestros cuerpos». (Dr. Ron Paul, senador estadounidense )

El autismo se manifiesta generalmente en los tres primeros años de vida, periodo durante el cual los niños son sometidos a numerosas vacunaciones. ¿Podría ser ésta una de las curiosas «coincidencias» que marcan el curso de las vacunaciones?

Los casos de autismo se han multiplicado en los últimos treinta años.

Mientras que en los años 40 sólo se detectaron unos pocos casos en Estados Unidos, veinte años más tarde, tras la introducción generalizada de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina y la llegada de la vacuna contra el sarampión, las consultas por casos de autismo se hicieron cada vez más frecuentes, y se multiplicaron por diez con la introducción de la triple vírica y la vacuna contra la hepatitis B. Los científicos están ahora muy preocupados.

¿Es sólo una coincidencia que hubiera tan pocos casos antes de la introducción de estas vacunas y que se hayan multiplicado por más de diez desde la vacunación?

¿Cómo es posible que no se intente profundizar en el estudio de estas coincidencias temporales?

¿Cómo es posible que las autoridades desacrediten cualquier estudio serio que ponga en duda la toxicidad de las vacunas y, al mismo tiempo, tengan en cuenta y apoyen ciertos estudios simplistas y poco rigurosos para promoverlas?

¿Por qué los efectos adversos son siempre coincidentes?

Los poderes públicos, los médicos y los medios de comunicación se obstinan en repetir la misma cantinela: «La vacunación sigue siendo la mejor protección contra la enfermedad, que es frecuente y a veces mortal», mientras que el sarampión es extremadamente raro y perfectamente benigno en Europa, en las familias que alimentan correctamente a sus hijos.

Las mentiras que denunciamos conciernen a todos los países del planeta. Por ejemplo, cuando comenzaron las primeras vacunaciones contra la triple vírica en Japón, el Ministerio de Sanidad informó de reacciones adversas en un caso de cada 200.000. Unos años más tarde, tras «revisar» las cifras, el mismo ministerio anunció un accidente por cada 3.000 vacunados. Cuando se volvieron a «revisar» las estadísticas, se informó de una contraindicación por cada 1.300 vacunados, una cifra extrañamente diferente de las publicadas anteriormente.

Pero en Francia nadie cuestiona la triple vírica, y seguimos administrando esta vacuna y exigiéndola para la admisión en las guarderías.
Cuando se trata de mentir, ¡nuestros «expertos» siguen siendo imbatibles! Sus discursos insultan a la inteligencia y equivalen al perjurio.

¿Cuándo se pedirá cuentas a estos especialistas y se les recordarán sus responsabilidades? se pregunta el profesor Jacques Testart, biólogo de renombre.

PARA CONCLUIR

«No es función del gobierno impedir que el ciudadano caiga en el error; es función del ciudadano impedir que el gobierno caiga en el error» (Robert Houghwout Jackson, Presidente del Tribunal de Nuremberg, 1945 )

El dogmatismo médico podría compararse con las prácticas de la Inquisición, que quemaba todo lo que iba más allá de su entendimiento o amenazaba con poner en peligro la hegemonía de la Iglesia católica.

En nuestro país, donde Voltaire y Diderot destronaron teóricamente la superstición y el fanatismo, la sensatez apenas está a la orden del día y el lavado de cerebro que se está llevando a cabo está causando daños irreparables. Ya es hora de que despertemos y nos sacudamos el yugo de las ideas dominantes. Ya es hora de que empecemos a pensar por nosotros mismos, en lugar de dejar que los «expertos» lo hagan por nosotros.

Frente al poder financiero de las empresas farmacéuticas y su dominio de la política sanitaria, ¿estamos condenados a una forma de desobediencia cívica? Negar a los poderes públicos el derecho a imponernos esas vacunas inútiles y peligrosas en nombre de la solidaridad ciudadana. ¿Por qué no utilizar ese recurso, que no agrada ni a los fabricantes de vacunas ni a los gobiernos, mientras esperamos un cambio legislativo que respete los derechos humanos y la libertad de los ciudadanos?

Para desobedecer y resistir mejor, es aconsejable unirse a asociaciones de consumidores de salud, pues es bien sabido que la unión hace la fuerza.

BIBLIOGRAFÍA

Libros sobre vacunación escritos por Sylvie SIMON:

Vaccinations l’overdose Editeur déjà 1999. Déjà vacciné, comment s’en sortir ? (avec le Dr André BANOS) Déjà 2000. Faut-il avoir peur des vaccinations (ouvrage collectif) Déjà 2000. Vaccin hépatite B, les coulisses d’un scandale (avec le Dr Marc VERCOUTERE) MARCO PIETEUR 2001. Les 10 plus gros mensonges sur les vaccins DANGLES 2005 (3ème livre d’une collection « les 10 plus gros mensonges »).

¡Asumamos la responsabilidad de nuestros actos y de nuestra salud!

«Vacunar es conferir la fase crónica de la enfermedad contra la que pretendemos inmunizar».Profesor Jules Tissot

«No disponemos de un solo estudio concluyente sobre la eficacia de una vacuna utilizada como barrera epidémica“. – Prof. Antoine Flahault, Director de Estudios Avanzados en Salud Pública.

«Estoy en contra de la vacunación. Las vacunas son peligrosas y venenosas». – Irène Grosjean, l’Info en Questions n°69, 21/07/10.

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